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  • Max Borrell, Julia Jordi

El Covid, un enemigo invisible

Actualizado: 19 mar 2021


La conferencia se inicia con la presentación de Montserrat Arbós, profesora de la facultad de Blanquerna FCRI, quien se cuestiona sobre el uso que se ha hecho del lenguaje, de carácter mayoritariamente bélico, para comunicar la pandemia ocasionada por Covid- 19.


A continuación, Inés Olza comienza su intervención con el visionado de una campaña del gobierno alemán para reflexionar sobre el modo bélico con el que nos han hecho mirar la pandemia. Explica que con este ejemplo, lo que quieren es criticar el uso excesivo del símil de la guerra que los cargos políticos han aplicado. El video representa al héroe del año 2020 como aquel que se queda en casa sin hacer nada, donde el sofá se convierte en la trinchera para resguardarse del enemigo, el virus. El objetivo de Olza con este vídeo es hacernos reflexionar sobre cómo nos han querido demostrar la importancia de la crisis, otorgando una sensación en la población de soldados en una guerra que es invisible.

A continuación se exponen múltiples ejemplos de metáforas que se utilizan para describir situaciones y aspectos de la Covid. Menciona algunas de ellas, como la escalada o desescalada según si aumentan o alivian las restricciones, las olas para explicar el crecimiento y decrecimiento de los valores epidemiológicos en el tiempo así como el símil de que la vacuna funciona como un chaleco antibalas contra el rival.


Posteriormente menciona que la metáfora bélica tuvo éxito al principio, ya que sirvió para convencer a la población de la implicación que debía aportar para combatir la primera ola. Ser disciplinados y pasar de 100 a 0 en muy poco tiempo.

La ponencia hace un recorrido sobre la frecuencia de uso del lenguaje bélico en los diversos líderes políticos europeos como Macron, quien dice que fue el primero en referirse a la pandemia como una guerra, y al virus como un "enemigo invisible".

Igualmente, Trump funciona como ejemplo, ya que utiliza verbos y términos como "vencer", "librar combate" o "campo de batalla". Por otra parte también hablan de los sanitarios como héroes, pero estos no quieren esta consideración, sino mejores condiciones y menos alabanzas.


Seguidamente, da un salto en su discurso y pasa a mirar la pandemia desde un punto de vista comparativo. Aunque desde un punto de vista cognitivo-mental, hay ciertos puntos en común con una guerra como la amenaza externa, una respuesta coordinada y un peligro de muerte, Olza remarca que no es lo mismo por una serie de razones.

Menciona que hemos distorsionado la comprensión de la realidad cuando en junio dijimos que el virus había sido derrotado al igual que el fin de una guerra, y estábamos totalmente equivocados. También critica la excesiva personificación de la Covid-19, ya que este no tiene una estrategia como la que sí encontramos en un conflicto bélico. Defiende que el marco de la guerra nos ocultaba el marco real que implica al sistema sanitario como al verdadero salvador.


Por un lado, Olza menciona el uso de la metáfora de la guerra en distintas enfermedades como el cáncer, a cuyos enfermos se les dice que tienen que luchar contra la enfermedad, y que cuando mueren han perdido la batalla. Estas alusiones generan desasosiego, ya que son injustas. Pone de ejemplo a Dani Rovira, quien se define no por ser un luchador, sino una persona con ganas de vivir.


Para contrarrestar este discurso bélico también expone un caso de éxito, como el "Be kind" de Nueva Zelanda. Este país liderado por Jacinda Ardern, ha usado una estrategia de responsabilidad individual, al contrario de la dinámica de castigo de la mayoría de países, y que ha obtenido una mejor respuesta colectiva contra las restricciones impuestas.


Por otra parte, comenta que el lenguaje es nuestro aliado para explicar y lo ejemplifica con la rectificación del presidente español, quien se da cuenta de la connotación negativa que tenía el concepto "toque de queda" y propone lo que denomina como “restricción de movilidad nocturna.”


Para concluir, la investigadora remarca las ideas clave de su exposición. En primer lugar el uso cotidiano de la metáfora bélica en el discurso público. En segundo lugar, que las metáforas no son neutrales. Por último, nosotros tenemos el poder para escoger cómo comunicar y que el mensaje quedará condicionado por el uso que hacemos del lenguaje.

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